Durante los ochenta un movimiento musical joven y rebelde saltó a escena
y se burló en la cara del dictador Augusto Pinochet. El rock, el punk y el
new wave retumbaron durante el régimen y fueron el sonido de una nueva
contracultura. Una parte de la juventud inserta en la clase media, criada
en dictadura e influenciada por los artistas extranjeros que veían por televisión,
escuchaban por radio, se encontraban en semanarios de diarios o
conocían por el voz a voz, decidió formar su propio movimiento musical
y escapar de la dictadura por medio de la única manera que podía: el arte.